Angelino Santana: EL SINDROME DE LA LLAVE (Opinión)

28.02.2015 11:05
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Anomalías sociales

 

¿Custodia o dueño?

Por Angelino Santana

 

En el afán de encontrar las razones de muchos de los desajustes, injusticias y hasta extravagancias sociales que nos afectan en la actualidad y muy especialmente en el plano regional y nacional, nos encontramos con lo que hemos denominado “El síndrome de la llave”

Para ser un poco más ilustrativos sobre este interesante y a la vez, como explicaremos más adelante, terrible fenómeno, citaremos algunos ejemplos.

Cuando se entrega, por ejemplo, la llave de una escuela al portero designado para tal fin, observaremos como en principio estará muy pendiente de permitir el acceso tanto a estudiantes como profesorado a las instalaciones, siempre de manera amable, puntual y diligente. Sin embargo, una vez que dicha llave se aclimata en el bolsillo o llavero de dicho portero, este pasa de ser custodia para transformarse en dueño.  Y no solo de las llaves, si no de la institución en sí. Como consecuencia y al considerar éste que aquello es de su propiedad (lógico, tiene la llave…) en lo adelante, ha de ser él quien decida quién entra, quien sale y a qué hora. Es así como, aunque parezca inverosímil, incluso el director o directora de la institución pudiese verse en la necesidad de dar explicaciones y solicitar permiso a este, ahora mal encarado y poco diligente “dueño de la llave”…

Pero este fenómeno no llega hasta allí. Por ejemplo: ¿Qué sucede si por razones de viaje, negocios o cualquier otra razón debemos ausentarnos de nuestra vivienda y dejamos la llave en manos de algún amigo o amiga por razones de seguridad durante nuestra ausencia? Pues que probablemente al regresar habremos perdido tanto al amigo como al hogar.

 

Ni se diga nada si hacemos algo similar, pero dejando al “amigo” cuidando a nuestra pareja…

Hasta allí el asunto pudiese parecer incluso jocoso y de poca relevancia, pero este comportamiento tiene dimensiones mucho mayores de lo que hemos calculado, pues alcanza niveles de poder que ciertamente resultan muy relevantes como el caso de los gobernantes que dejan de ser administradores de nuestro municipio, estado o país para transformarse nuevamente en “dueños” tanto de sus recursos como de sus habitantes…

Este comportamiento, hoy día generalizado, trae como consecuencia, consiente o no, la corrupción. En tal sentido, consultamos a la experimentada psicóloga Mary Santana, a quien, luego de describirle el comportamiento en cuestión le preguntamos:

AS: ¿A que está asociado este tipo de comportamiento?

MS: Está asociado principalmente a un trastorno con respecto a los límites. Cuando las personas no conocen o no tiene bien establecidos los límites de sus funciones o comportamiento, tienden a ir más allá y caer en el abuso. Esto alcance incluso a la familia en donde se fija un sentimiento de “propiedad” sobre los miembros de la misma de parte de uno de estos. En términos coloquiales, si te dejas montar la pata, ahora es mi derecho. Es un sentimiento de propiedad exacerbado en donde se pretende tomar propiedad de todo lo que nos rodea si cometen el error de permitirlo una vez.

AS: ¿Es entonces la corrupción una consecuencia de este síndrome de propiedad inadecuada o síndrome de la llave?

MS: Así es. Se trata del pensamiento individualista. La viveza criolla, pasar por encima de la norma. Esto va desde “colearse en una cola”  lo que impulsa al delito, pues pareciera que las normas son cosa de tontos. Esto dio pie a prácticas incluso llevadas al refranero popular como: “a mí que no me den si no que me pongan donde hay”, o sea, “dame la llave”…. Es la negativa a acatar la norma, que afecta lo familiar, lo social e incluso lo político, que lejos de rechazar y sancionar, son el principal y peor de los ejemplos con las escasas excepciones de rigor.

El análisis de la Psicóloga Mary Santana nos lleva a relacionar esta problemática con el comportamiento individualista y la negativa a seguir las reglas, las normas, las leyes… Esto, sin embargo, pudiese considerarse como una actitud revolucionaria y de protesta ante una sociedad cuyas “normas” han dado como resultado un terrible desajuste social y las cuales deben cambiar. Pero existe una norma que esta actitud pisotea que es la de “mi derecho termina donde comienza el ajeno” la cual lejos de cambiarse debe refirmarse en aras del anhelado equilibrio social.

El fenómeno de lo que hemos llamado “El Síndrome de la llave”  alcanza niveles que se nos han vuelto invisibles por aquello de que “es lo normal” sin importar si es lo correcto.

El administrador no administra, es dueño del dinero. El fiscal de transito no dirige el tráfico de vehículos, es el dueño de los vehículos… el carnicero decide quien come carne y a qué precio… Esta anomalía social pareciera haber tomado posesión de todo lo que nos rodea y ya ni siquiera nuestra alma está a salvo puesto que es propiedad de la Iglesia. Y como no, después de todo, ellos tienen La Llave de San Pedro…

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