El joven obtuvo esta semana medalla de oro en los Centroamericanos y del Caribe Cherly Sánchez: “Cada sacrificio tiene su recompensa”

06.07.2013 10:10

Notiyaradigital :

Siguenos por :Twitter @Notiyaradigital

Siguenos por :Pin 29E7E4BA

El nadador venezolano ha debido superar problemas físicos para poder integrar la selección nacional

 

La vida no empezó fácil para Cherly Sánchez. Con apenas 16 años es mucho lo que le ha sucedido y tiene para decir, como lamentara “Miguelito”, personaje de las historietas de Mafalda, cuando afirma que “la ventaja de ser niño (joven en este caso) es que puedes contar tu vida en dos patadas”. El joven, integrante de la selección nacional de natación, obtuvo el martes medalla de oro en los 400 metros libres en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Natación.

Quien le ve ahora, con el porte atlético habitual de los nadadores, ignora que antes fue un niño obeso, para quien fue tan dramático el sobrepeso como el estar sujeto al rigor de una silla de ruedas durante seis meses con el propósito de cuidar de sus tobillos que no terminaban de acoplarse conforme a sus primeros ocho años.

“No fue fácil quedarme en casa mientras mis amigos salían a jugar fútbol, que era lo que más me gustaba. Pienso en esos días como si hubiesen sido ayer y no se lo deseo a nadie”, dijo Sánchez, al recordar aquellos días.

Su padre, quien también se llama Cherly, rememora esos años sencillamente como duros.

Los médicos le pusieron sobre la mesa dos opciones y una decisión: enyesarle ambos tobillos durante seis meses o comprometerse, bajo su propia responsabilidad, a cuidar que no caminara en lo absoluto por ese mismo tiempo.“Preferimos tomar el riesgo”, sentenció el papá.

Antes de este drama con capítulo de silla de ruedas, Cherly llevaba una rutina normal para un niño de su edad.

A los cuatro años empezó la natación como una actividad para ocupar el tiempo de sobra, a la vez que podía jugar fútbol, imaginando entre gambetas ser un crack, para luego terminar en la noche con sesiones de masajes y crema amentolada para aplacar los dolores en los pies.

Con la risa de quien contempla un recuerdo divertido, dice que “soñaba con jugar en el FC Barcelona. Mi primo hacía las veces de Víctor Valdés en la portería, mientras yo ensayaba a ser Ronaldinho”, recordó.

Esos meses fueron los de un rudo sacrificio en los que Cherly se sostenía de la espalda de su papa, quien lo cargaba hasta la casa luego del colegio.

No le resultó fácil ser espectador de los recreos en la mañana y soportar el tedio de las tardes sin piscina o sin balón mientras aumentaba de talla hasta llegar a 32 en pantalón.

“De esas tallas me deshice, así como de los pantalones. Ya no quedan ninguno y de estar alguno por ahí, aun así no me servirían. Me quedarían grandes”, resaltó.

Los seis meses de reposo absoluto se convirtieron en un año completo sin practicar deporte. Luis Villasmil, entrenador de natación, se interesó en que regresara a la piscina y hasta ahora conduce sus entrenamientos como nadador de alto rendimiento de la selección nacional juvenil B.

MENTALIDAD PARA GANAR

Cherly Germán, como le dice su papá cuando le habla, se exige demasiado a sí mismo, hasta llegar a vulnerarse. Con 16 años cede muy rápido a la autoevaluación severa que, sin proponérselo, puede llegar a quebrarlo sicológicamente en un deporte en el que la serenidad es el eje para mantener el entrenamiento físico.

Cuando se cierne la sombra del “por qué no puedo hacerlo mejor”, aparece en rol estelar su papá, quien metafóricamente es su cable a tierra.

Con la autoridad de padre, también hace de motivador y le matiza que a su edad ha logrado mucho, masajeándole la seguridad y el amor propio. Le recuerda a Cherly que el día que cumplió 15 años tuvo la oportunidad de competir en una misma prueba con nadadores olímpicos como Cristian Quintero y Danielle Tirabassi, a los que si bien no superó, pudo completar los 400 metros libres, en el quinto puesto hasta registrar el mejor tiempo para uno de su categoría (Juvenil A) en el Nacional Abierto de Natación disputado en Maracaibo en 2012.

“Ese día Cristian, quien es mi máximo referente, nadó hasta mi carril y me felicitó. Danielle y Albert (Subirats) me abrazaron al salir de la piscina porque no solo cumplía años, sino que había hecho récord, mientras mi papá no aguantaba las ganas de llorar”, recordó el nadador.

Cuando ni siquiera había patentado su primer registro nacional, Cherly pegó a un costado de su cama un papel con todos los récord nacionales y mundiales. Esos tiempos en minutos, segundos y centésimas se le fijan a diario como coordenadas de un reto que le obsesiona. Como un autómata, puede recitar de memoria los tiempos de las pruebas que a diario ve al levantarse.

Fue así que poco a poco empezó a tachar las antiguas marcas con sus tiempos y le puso su nombre a los récord, de los 100 metros, 200 metros, 400 metros y 800 metros libres, tanto en infantil B y ya con 15 años (Juvenil A).

DESPUÉS DE LA PISCINA

Termina el entrenamiento y Cherly se parece al resto de la gente. Esto que resulta obvio es preciso mencionarlo luego de que acostumbramos a idealizar a los atletas como seres extraordinarios y referentes a imitar. Mucha gente los reduce al rol de sujetos mecánicos dispuestos espectáculo de una competencia, desestimando que ellos también llevan una vida cotidiana.

Como a todos, en esta era de redes sociales y teléfonos inteligentes, a Cherly le gusta la tecnología y es presa fácil de “vivir pegado al telefonito” como le reclama su papá. “¿Cómo se lo quito?” , exclamó su progenitor.

Los fines de semana, cuando se libera de la exigencia del entrenamiento, igual asiste a fiestas y cumpleaños cuando los tiene, sube fotos al Facebook, Instagram y menciona amigos por el Twitter. Va al cine y la película la escoge su novia.

A pesar de tener una exigente dieta de nadador, igual se desvive por una hamburguesa, perros calientes y refrescos, y si pudiera, se detendría a comer uno en un carrito de Caracas; sin embargo, a pesar de la debilidad, conserva el suficiente sentido común para no hacerlo, y en último caso, interviene la persuasión vigilante de sus padres.

“Cada sacrificio tiene su recompensa. Sé que no debo comer chatarra cuando estoy cerca de una competencia, pero después que pasa, mis padres me invitan a comer lo que quiera”, aclaró.

Otra debilidad de Cherly Germán es el fútbol, una diversión que por poco estuvo a punto de apartarle de la natación sino interviene a tiempo su papá; sin embargo, conseguido el cometido de mantenerlo nadando, su progenitor no le pudo quitar del todo el gusto por el balón. Y no es que se tratara de alguna antipatía por el balompié sino por la incertidumbre de cómo poder conjurar un accidente en cancha que afectara su desempeño en la piscina.

Fue así que se las ingeniaron para jugar en familia, en un “ambiente controlado”, sin el pique de revanchas deportivas que por mala suerte pudiera malograrle “sin querer queriendo”.

“Ahora que veo todo lo que he hecho en la piscina. Agradezco a mis padres que me convencieron para quedarme con la natación y no con el fútbol. Con el balón creí que podía ser un buen jugador mientras que en el agua me imaginaba siendo el mejor nadador”, afirmó.

NADADOR INTERNACIONALISTA

Ser médico, ingeniero, administrador, maestro, no es el desvelo de Cherly. Se inclina por estudiar idiomas y en especial el inglés, aun cuando le ha resultado complicado. Pero cuando se detiene a pensarlo un poco más, desliza que le gustaría ser internacionalista.

Tal vez por allí se cuela su revelación por saber idiomas, aunque no es lo único que deberá aprender. Pero por algo se empieza.

Reconoce que el inglés no lo ha asimilado con la facilidad que quisiera pero ahí va. Tiene el objetivo y la necesidad de lograrlo, porque a su nivel competitivo ya se abren las puertas de los topes internacionales y las sugerencias de complementar sus entrenamientos en el exterior que puedan venir de la mano con propuestas de becas universitarias.

“Creo que por lo que estoy haciendo tengo las opciones para estudiar afuera. Pero prefiero no pensar mucho en eso ahora y sí en terminar mi quinto año aquí”, indicó.

A pesar de las limitaciones económicas de sus padres, estos no se detienen y piensan en las alternativas para conseguirle un buen curso y una oportunidad de estudio, entendiendo que no solo se trata de ser el mejor nadador; sino, como dice la canción “hoy el mundo está en las manos de quien se sabe educar”.

SEGUNDA CASA

Cherly y el resto de la familia conviven más en la piscina del Parque Naciones Unidas (Caracas) que en su casa. Pasan tardes, y parte de la noche, acompañándolo en los entrenamientos como un hábito que los consume de lunes a viernes y fines de semana cuando toca.

“En tiempos de clases me llego a la piscina a las dos y media de la tarde, para iniciar el entrenamiento físico. Luego nado entre 4:00 pm, y 6:00 pm, todos los días. Ahora en vacaciones se suma el entrenamiento de 6:00 am a 8:00 am”, acotó.

Sus padres, desde las gradas, también observan a Kevin, el segundo hermano de Cherly, quien parece tener el mismo acero de competidor y al que su padre le reconoce la virtud aparente de ser menos vulnerable al quiebre sicológico.

Para Cherly, Kevin no es solo su hermano, con quien comparte sangre y cuarto; es también mentor y seguidor número uno de él. Cuando compite, toma cronómetro en mano y camina la piscina animándole para luego hacer memoria de si bajó o no los tiempos.

“Me hubiese gustado tener un hermano que hiciera lo mismo conmigo, pero en mi caso le tocó a mi papá. Ahora ya no pienso en ello y disfruto siendo el mayor para cuidar que no comentan mis errores”, recalcó.

EL VALOR DEL TIEMPO

A pesar del rigor del deporte, la exigencia, las glorias y dificultades, Cherly no se arrepiente de nada ni resiente que seis meses sin caminar hayan sido tiempo perdido. Al contrario, todo el esfuerzo invertido, el sacrificio y el sudor que no se nota en la piscina, le han dado una mayor noción para valorarlo, a lo que su padre remata: “Si quieres saber el valor del tiempo, pregúntale a un nadador, que por una centésima de segundo tiene la ocasión de clasificar, perder o ganar”.

Y la comprobación de ello es que por 0”90 segundos, Cherly casi roza el boleto al Mundial Juvenil de Natación en Dubai, en la categoría de los 400 metros libres, el pasado mes de marzo en Chile. A pesar de ello no dejará de asistir, luego de que le confirmaron su participación en los relevos 4×100 y 4×200 mts libres. Es decir, a pese a no alcanzar el objetivo, en el renglón individual, su esfuerzo no fue tiempo perdido.

Texto/Carlos Arellán
Foto/Manaure Quintero