Por Angelino Santana: Anomalías sociales… La necesidad…(Opinión)

20.05.2015 14:43
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Por Angelino Santana   para Notiyaradidigital.com

Al hablar de necesidad, no nos referimos a esa “necesidad” de quienes vociferan insultos a los gobiernos de turno por no poder comprar su CornFlake, Nutella, harina de maíz (pero que sea PAN tal como les enseñó la TV) mientras vemos sus fotos en Facebook derrochando unos cuantos miles en cumpleaños, “Baby Showers”, Hallowen y pare de contar.

Tampoco a esa necesidad que esgrimen casi con orgullo, ese 50, 60 y hasta 70% de los que hacen las famosas colas, no para cubrir sus “necesidades” pues en lugar de hacerlo, se dedican a la labor de “bachacos” (el concepto bachaqueros es erróneo) y vender a precios abultados el producto de su “sacrificio” que más que eso, es una manera bochornosamente lucrativa  de matar el aburrimiento de sus vidas.

Mucho menos nos referimos a la necesidad de Dollares, no para comprar el repuesto que no se consigue, el teléfono que la especulación ha colocado a dollares luz de distancia o la medicina que las farmacéuticas esconden para engordar y re empacar aun vencidos…

Nos referimos a la necesidad real, la que conduce al hambre, a la crisis familiar, al deterioro de la salud, al débil desarrollo de los niños, a la tristeza, a la rabia, a la impotencia…

Esa necesidad existe, sí, todos lo sabemos, pero no es esa que vemos a diario en el Facebook, en los comentarios entre palos o en tertulias mientras degustamos una abundante parrillla…

Me refiero a la necesidad de los que tienen dignidad, esa necesidad que no aparece en las estadísticas (¿existen estadísticas en Venezuela?...) y no aparecen por dos razones básicas; En primer lugar, pues porque no lo dicen. ¿Y por qué no lo dicen?

La dignidad es sinónimo de inteligencia. Si, lo es. Una persona con dignidad, independientemente de su nivel académico, asume una posición, una filosofía de la vida, un concepto de lo bueno y de lo malo, lo digno o lo indigno; luego de un profundo análisis, de la observación detallada de su realidad y la realidad ajena, de los factores que influyen en el porqué de las cosas. Sin duda algo que dista mucho de la ignorancia o el oscurantismo.

Siendo así, este, tal vez eventualmente necesitado, sabe que promocionar su situación económica ante su entorno o la sociedad en general, lejos de ayudarle a conseguir el apoyo y la solidaridad lógicas en estas situaciones,  le acarreará el distanciamiento de sus amigos y hasta familiares en algunos casos, pues a nadie le gusta arrimarse  a quien nada tiene a dar a cambio…

En segundo lugar, porque el estado, el cual pudiese ser el otro actor que ayudara a corregir su situación, prefiere ir a los estratos más bajos, allí donde existe tanta o más necesidad, pero en donde la dignidad es algo que no recuerda, pues seguramente fue aplastada durante su infancia o pubertad…

Pero ¿cómo una persona inteligente puede llegar a tal nivel?... Pues por eso mismo, por su dignidad.

Las personas de este olvidado estrato de nuestra sociedad, (y me refiero a la nuestra, a la sociedad venezolana) son incapaces, por ejemplo, de bachaquear,  pues esto es la escala más baja y ruin de la corrupción, pueblo contra pueblo, pobre contra pobre. Tampoco puede aspirar un cargo público o privado, pues tendría que “hacerse de la vista gorda” mirar a otro lado, ante los exabruptos y desmanes que se cometen con los bienes que habrían de llegar a los más necesitados.

A estas personas no les gusta el soborno, no aceptan la matraca, rechazan la injusticia y aborrecen la corrupción. Con tales características, ¿tienen alguna opción en nuestra cultura de antivalores?

Terrible panorama, ¿cierto? Pero lejos de la creencia de que son una minoría, son una gran mayoría. La gente honesta es mayoría, si, no se rían…

Esta gran mayoría quiere un país mejor. No le importa el color, le importa el país. Los corruptos, los bachacos, los injustos y los malos, son una mínima minoría, pero sus actos se ven más. Entre tanto, esta gran mayoría guarda silencio. Porque no le gusta la pelea, los enfrentamientos ni desean ser políticos para no rayarse…

Pero hay algo que si pueden hacer con libertad y en especial, con criterio: Votar. Y como mayoría, pues deciden. Es el verdadero “Voto duro” pero duro no por su lealtad  a un partido, duro por su lealtad a sí mismos, por su dureza, por lo aplastante, por lo firme y lleno de certeza, ya sea cambiando los actores  o anulando sus votos, que lejos de considerarse “nulos” son un no me gustan las opciones, un cuyo caso “los especialistas en materia electoral” calificaran como: Un fallo en la papeleta electoral, el elector no entendió como votar… Claro que entendió!

Conozco este sector de la sociedad. He sido en algún momento, parte de él. No se trata de un análisis en base a mi imaginación, no es algo tomado de internet. Y así como lo viví, vi a muchos vivirlo y a muchos que aún lo viven en silencio. Es ese sector que no cambia de comunista a capitalista, de rojo a azul o tricolor porque no los pusieron donde hay o no les dieron un carguito…

Las razones de esta gente son más profundas y están afianzadas en el deseo de metas más altruistas, que incluyan, como no, su progreso y estabilidad económica, pero para todos, no para mí a costa de ti.

La degradación de nuestra sociedad ha llegado a un punto, en donde todos estos ideales parecen ser una especie de utopía… ¿Cómo así? ¿Acaso no es la honestidad, la justicia, la solidaridad y el trabajo digno lo normal en una sociedad?

La oposición le teme a los cerros, el gobierno a los ricos, pero yo, le temo a este sector no cuantificado, a estos necesitados, que además de la cantidad, poseen la inteligencia, pero le sobra además la indignación y se les agota la paciencia…

 

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