Angelino Santana: Parálisis intelectual (Opinión)

10.04.2015 09:32

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Por Angelino Santana

Durante años, hemos observado un fenómeno, que a nuestro juicio merece una reflexión y que hoy queremos exponer aquí, con el propósito de corroborar si solo se trata de elucubraciones nuestras, o por el contrario, existe coincidencia con nuestros lectores.

Se trata de lo que les sucede a los dirigentes, políticos o empresariales (pero sobre todo políticos) una vez que llegan a los cargos para los que son electos o asignados.

Hemos visto con asombro, como personas que hasta ayer se cruzaban en nuestro camino en la calle, en la buseta, en las ferias; personas inteligentes que nos inundaban con ideas maravillosas para solucionar los problemas de nuestro entorno, llenos de energía, creatividad, de entusiasmo, gente honesta, en fin, amigos o conocidos cuya vitalidad y ganas de trabajar los impulsaron, ya sea a ser postulados y luego electos o simplemente asignados a cargos claves en la administración pública o privada.

Al verlos llegar a posiciones claves (alcaldías, concejalías, gobernaciones, ministerios, empresas, etc.) pues nos llenamos de alegría y hasta de esperanza, puesto que siempre hemos asociado la ineficiencia a la falta de capacidad intelectual, (o sea, los consideramos “torpes”) y la carencia de ingenio, y en este caso por el contrario, tratándose de personas con grandes cualidades, el resultado debería ser obvio: una excelente gestión.

Pero hasta allí llega nuestra alegría… Una vez cruzan el umbral de la puerta a su nuevo status, parecen adquirir una especie de virus o influencia que anula por completo su capacidad intelectual y su contacto con la realidad. Las razones son varias según nuestro análisis.

En primer lugar, los cuestionados “desaparecen” literalmente de las calles, de nuestro entorno, del día a día de quienes tan solo ayer eran lo más importante para ellos, los votantes.

A partir de allí, no sabrán del calor abrazador del centro de la ciudad en una hora pico, ni del olor a gasolina de las busetas y sus estruendosos ballenatos. No harán más una cola, no se comerán una arepa o un cachito de jamón en algún negocio de la localidad. No se detendrán a saludarte y comentarte sus grandes ideas y sus altruistas proyectos.

Ya no tendrán que cruzar las calles a toda carrera entre vehículos en los semáforos “anti humanos” de la ciudad. No lidiaran con la basura de la calle, la contaminación sónica, la especulación, el abuso, el matraqueo, la delincuencia, el hambre o la sed… No, ahora su mundo es otro, que se encuentra al parecer en una especie de dimensión paralela, que no pueden cruzar ni los unos ni los otros (dirigentes y “dirigidos”) y en la que, del lado del político, todo funciona bien, existe abundancia, comodidad y, en detrimento de sus abdómenes, ya no es necesario ni caminar, pues vehículos último modelo se encargan de desplazarlos, por vías alternas libres del bullicio y el caos, desde su cómoda oficina hasta su placentera y aclimatada vivienda en algún privilegiado conjunto residencial.

Y no se trata de alguna especie de envidia por la posición económica y social que alcanzan estas personas, se trata de lo que dejan atrás, a los que no la han alcanzado esperando el cumplimiento de las promesas de quien hasta ayer era el portador de sus esperanzas, porque no se trata de que todos vivamos “mal” en igualdad, se trata de que todos vivamos mejor.

¿Pero realmente desaparecen? Pues no, en realidad solo pasan del estado real al virtual, pues los vemos en la TV, en Twitter, Facebook, prensa escrita, radio y eventos políticos, en los que establecen una comunicación unidireccional con el pueblo, en especie de monólogos que en nada enriquecen su conocimiento de “la realidad real” de su municipio, estado o país. Y decimos “real” porque ellos tienen “otra realidad” que dista mucho de la real realidad.

Si, la realidad que conocen no es la que le transmite su pueblo, es la realidad de ese micro entorno con el que sustituyeron al vecino, al amigo con que se cruzaba en la calle, con el señor de la bodega, micro entorno este que le narra esa otra realidad en donde todo está bien jefe!, la gente lo adora, usted es lo mejor de lo mejor!

Este virus es causado por un parasito (o más bien, una horda de ellos) cuya profesión parece ser adherirse al escroto de sus víctimas, y desde allí, ascender hasta sus cerebros para inundarlos de adulaciones y loas, a un punto embriagante.

La victima lo sabe. Sabe que es un oportunista, incluso lo desprecia, pero la vanidad es más fuerte que la razón, y escuchar apologías hacia su persona, aun a sabiendas que no son más que lisonjas, halagos carentes de base y cargados de interés.

Así pues nuestra victima opta por creer esas mentiras y convencerse de que son ciertas, como en una especie de mecanismo de defensa ante la otra realidad, pues esa otra realidad no es gratis, requiere trabajo, esfuerzo, dedicación, voluntad y entrega, y, ¿para qué hacerlo si tengo este delicioso virus que me hace sentir inteligente, atractivo, eficiente y cuando las cosas van mal y surgen las críticas, pues el virus sabe que hacer exactamente: esos son sus enemigos políticos jefecito, no le pare que va bien! Que se lo digo yo!

Alcanzar un cargo de elección popular es un logro que debe llenar de orgullo a quien lo alcanza. Pero además, es una enorme responsabilidad, pues es portador de las esperanzas de los miles o millones que le depositaron su confianza.

Triste ha de sentirse en lo profundo de su alma, allí en donde las alabanzas y los falsos halagos no se escuchan, todo aquel que cambia miles de voces cargadas de esperanza y sueños, por graznidos interesados y falsos, aunque suenen a violines celestiales…

¿Eres una de las victimas del virus? Pues hay buenas noticias: hay cura:

Vuelve sobre tus pasos, escucha a quienes te llevaron allí, camina las calles nuevamente, respira su mismo aire, usa su malogrado transporte, compra tus alimentos al lado de tu pueblo, conversa con ellos, sufre con ellos y ríe con ellos, haz todos estos ejercicios y tus neuronas despertaran y seguramente te percatarás de cuan fácil es resolver los problemas cuando se escucha a la gente adecuada y se toman las medidas correctas.

¿Con respecto al virus? Pues una vez recuperada tu inteligencia, te darás cuenta lo sencillo que es erradicarlo; Simplemente, ¡SACALO DE NOMINA! Y listo!

 

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