Juguetes bélicos y violencia, un debate que se mantiene (+Fotos)

12.01.2014 14:06

Notiyaradigital :

Siguenos por :Twitter @Notiyaradigital

Siguenos por :Pin 29E7E4BA

Estos instrumentos deben ser vistos como “generadores de antivalores”, remarca el educador Pablo Fernández Blanco. Uno de los mayores problemas que acarrean es “la naturalización de la violencia”, subraya la psicóloga Ovilia Suárez

 

¿Existe o no una relación entre los juguetes bélicos y la violencia? Lo sucedido con la actriz venezolana Mónica Spear y con su esposo, y la saña de la violencia criminal reportada en el país -con una tasa oficial de homicidios de 39 por 100 mil habitantes- abre la discusión (y así lo hizo el presidente Nicolás Maduro), no solo acerca de las políticas para enfrentar la delincuencia, sino de los elementos relacionados con la criminalidad.

Con la Navidad -y los regalos que la caracterizan- todavía reciente, cabe la reflexión acerca del impacto de los juguetes bélicos en la formación de las niñas y los niños, discusión sobre la que no se ha dicho la última palabra. Como educador y experto en derechos humanos, Pablo Fernández Blanco recalca que es un tema “todavía muy abierto al debate, porque no hay ningún estudio, ninguna investigación consolidada que afirme o niegue” si hay o no una relación entre estos implementos y la criminalidad.

“Los psicólogos, los psiquiatras, los estudiosos de la materia no se terminan de poner de acuerdo en si hay o no una vinculación entre el juguete bélico y la violencia. Lo que se ha establecido como consenso es que las expresiones de violencia en niños y adolescentes están ligadas a otros factores, y el juego no es un detonante o un generador per se”, señala, en conversación con el Correo del Orinoco. “Pero eso no quita que el juguete bélico es un elemento que no contribuye en nada a la formación en un esquema de valores que ponga el respeto por la vida como elemento fundamental de las relaciones humanas”.

Lo cierto es que, desde el año 2009, en el país está vigente la Ley para la Prohibición de Videojuegos Bélicos y Juguetes Bélicos, que prohíbe “la fabricación, importación, distribución, compra, venta, alquiler y uso de videojuegos bélicos y juguetes bélicos”.

La norma define como juguetes bélicos a los instrumentos que imitan las armas empleadas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, las que son armamento de guerra en otras naciones, las de los órganos de seguridad ciudadana o las que son “un medio de juego que estimula la agresividad o la violencia”.

REPRESENTACIONES SIMBÓLICAS

¿Qué es un juguete? La psicóloga venezolana Ovilia Suárez, especialista en desarrollo infantil, lo define claramente: “El juguete es el objeto que utilizan la niña o el niño para establecer representaciones simbólicas, lúdicas, de fantasía, imaginarias. El juguete usa diversas formas y funciones dependiendo de la trama del juego, de lo que en realidad el niño construye”. Es, acota, “la forma que tienen el niño y la niña para significar su realidad, sus temores, sus interrogantes”.

Suárez subraya que, para la pequeña o el pequeño, “es más importante el juego que el mismo juguete, aunque claro que el juguete facilita, muchas veces, lo que el infante desea ‘trabajar’ en su fantasía. Hoy día los juguetes son muy sofisticados y permiten que en muchos casos se facilite la trama ideada por cada niño”.

 

El juguete, describe Fernández, “genera en la niña y en el niño la posibilidad de construir mundos y realidades ficticias, en las que puede generar una historia, una aventura”. Visto así, “el juguete siempre será una forma de relacionarse con el mundo, con los demás, consigo mismo”.

La educación popular promueve el juego porque lo entiende como una forma de reconocerse, de construir algo con los demás y hacerlo de manera divertida, expresa.

El juguete bélico, puntualiza Suárez, es el que se emplea para el enfrentamiento entre varias o varios participantes “con la finalidad de vencer de manera simbólica a los contrarios atacándolos, hiriéndolos o matándolos”. En el juego bélico, refiere, “la agresión simbólica (a veces no solo simbólica sino que tiene huellas reales) es la forma en que los niños y niñas manejan la violencia: la violencia que viven, que sienten que ven en el mundo del adulto. Siempre que hablamos de esa confrontación hablamos de juguetes bélicos”.

INFLUENCIA NEGATIVA

Los juguetes bélicos deben ser vistos, señala Fernández, como “generadores de antivalores que se naturalizan”, y al tratarse de niñas y de niños “en los que no hay una conciencia ética y moral propia” sino supeditada a elementos externos, la influencia negativa es más que evidente.

Lo hace el cine. Lo hacen las pistolas de juguete. Al final, quitarle la vida a una persona se naturaliza, al igual que se vuelve “normal” el atentar contra la convivencia social o cometer un delito, reprueba.

El educador advierte que, por si fuera poco, “la perversión de los juegos crece de manera exponencial”, porque “se valora la mayor cantidad de muertes, la estimulación de la tortura, la eliminación del otro”. La tecnología, además, “hace que las imágenes de los juegos sean como de la vida real”.

En ese mundo virtual “se naturalizan cosas que no deberían ser naturales, hechos que deben ser absolutamente reprobados y rechazados”, reprocha. La obligación de madres, padres, educadoras y educadores es “formar a niñas y niños para que puedan ser ciudadanos en todo el sentido de la palabra”.

 

Suárez opina que, tanto el juguete como el juego bélico “no son malos por sí mismos; sería importante que en el juego de confrontación se pueda entender por qué el niño o la niña lo desean como objeto de juego o como objetivo en la trama que ponen en acción. Además, habría que evaluar si realmente es un deseo del niño o del adulto”.

Como psicóloga reflexiona que estimular el manejo de la violencia “tampoco estaría mal”, pero advierte dos problemas: “Por un lado, no forma parte del intercambio lúdico con los padres, así es que los adultos significativos en el desarrollo del niño o niña no están preguntándose ni elaborando nada de lo que el niño está tratando de resolver o de poner en acción”. Por otro, “estimulamos aspectos que quizá no son un problema real en el infante; si eso es así el niño no lo usará y listo”.

VIOLENCIA “NATURAL”

La psicóloga coincide con Fernández Blanco en que uno de los problemas mayores de los juegos violentos es “la naturalización de la violencia: Es absolutamente normal asesinar, matar y con eso se ganan puntos, se pasa a otros niveles. Mientras mejor eres matando o llevándote por delante al otro, mejor”.

De acuerdo con Suárez, “la línea que separa la realidad y la ficción en este caso es casi indivisible y eso no solo está presente en los videojuegos sino en las películas y series de televisión”. Concretamente sobre los videojuegos, sostiene que “hay mas desventajas que ventajas en los videojuegos violentos, y además estimulan un constructo social muy, muy peligroso cuando hablamos de una sociedad mejor”.

Como experta en desarrollo infantil, aclara que no necesariamente existe una relación directa entre el juguete bélico y la violencia. “El juego responde a lo que el niño o niña quieran significar, o resignificar”, recuerda. “Si su entorno es violento, si el acento de interés es de confrontación, si hay permanentes angustias en el tema o interés el juguete viene a apoyar y a servir para trabajar esa área”. Hay muchos estudios realizados a escala mundial, remarca Suárez, pero Venezuela debería tener los suyos, “con las características propias de nuestros niños y niñas, nuestro contexto histórico y nuestra realidad”.

 

Pero sí hay algo definitivo es que, “en la medida en que todo se maneje en la violencia, nuestras relaciones familiares y comunitarias sean violentas y los únicos juguetes que usen y tengan nuestros niños y niñas sean violentos, estamos realmente estimulando la violencia, reforzándola y además consolidándola como algo ‘natural y propio de nosotros’, aunque no sea así”.

Suárez relata una escena que presenció recientemente en el Metro de Caracas: “Una madre muy joven entró con su niño de aproximadamente 3 años; él lloraba y lloraba y le pedía algo a su mamá y esta, de forma determinante, le dijo ‘no te voy a hacer caso, ya te lo dije’ (lo que es una forma de violencia). El niño le suplicaba, la tocaba y la mamá como si nada. Al rato, sacó una pistola de plástico muy sencillita y comenzó a dispararle a otra niña, pum pum, ‘voy a matarte’, le dijo. La madre de la niña le dijo que no lo hiciera, y entonces la mamá del niño, que lo ignoraba hasta ese momento, le prestó atención. El niño aprovechó, le pidió a la mamá que le comprara un granizado al salir, y la mamá le respondió que sí. Fue la conducta violenta del niño lo que hizo que la mamá le prestara atención. Con eso se reforzó lo que no le gusta a la mamá ni a la sociedad: el juguete sirvió para llamar la atención. ¿La relación con el niño está mal? No sé, habría que evaluar pero definitivamente lo que sucedió ahí no es adecuado, ya que refuerza y reproduce lo que no queremos ni de niño, ni de joven ni de adulto”.

 

TAMBIÉN, EL GÉNERO

“El juguete es muy importante, pero ¿qué juguete?”, se pregunta Pablo Fernández. No solo es violento regalar una pistola o una espada, “sino cómo se pretenden generar patrones de identidad sexual y condicionantes: si es niño, un carrito; si es niña, muñecas o un juego de te”, reprueba. Ya con estos “juegos” se intentan definir los roles sociales: “Si eres mujer, prepárate para tu vida en la cocina; si eres niño, hay que darte un carrito, un arma, un bate”.

En la vida adulta, esas construcciones sociales devienen en “los patrones machistas, los patrones sexistas, los patrones de discriminación contra la mujer. Es un elemento que, sumado a otros, lleva a la violencia”. El educador sentencia que debe ser algo natural que una niña o un niño puedan jugar indistintamente con muñecas y carritos.

¿Hay un juguete ideal? Seguro que sí: “Todo aquel que promueva el desarrollo de la imaginación y de la creatividad, así como la posibilidad de interactuar con otros”.

Hay juegos de mesa, por ejemplo, “que pueden ser una estrategia para que mamá y papá se encuentren con sus hijos. El instrumento deportivo estimulará las capacidades de la niña o el niño, y es un buen pretexto para el compartir”.

Como el juego “es una forma de construir lazos con otros, de forma agradable”, es importante que las adultas y los adultos puedan sobreponerse a los intereses de la publicidad y la presión que se ejerce para regalar un objeto u otro.

 

PARA VER MÁS FOTOS ENTRA AQUÍ

T/ Vanessa Davies/Seguridad
F/ Archivo CO